9.24.2007

"EL Budismo" Acepta la reencarnación ofrece mandatos para el bienestar moral y espiritual

El budismo ofrece mandatos para el bienestar moral y espiritual de cada individuo y los exhorta a tener compasión, por cualquier forma de vida. Dado que creen en la reencarnación, todos los budistas deben aceptar la responsabilidad de la manera en que ejercen su libertad, ya que las consecuencias de la acción puede ser vista en vidas posteriores.
Doctrina fundada por Buda (El Iluminado) Siddharta Gautama cuenta con más de 500 millones de seguidores en Extremo Oriente, particularmente en el Tibet, China y Japón. Em su forma primitiva atea (Pequeño Vehículo) Buda es solo el “iluminado” que encontró el camino de salvación. Posteriormente se divinizó a Buda y su persona y vida se convirtieron en el centro de la vida religiosa (Gran Vehículo). Las cuatro grandes verdades fundamentales del budismo de las cuales derivan las prácticas ascéticas de esta religión son: 1) la existencia es sufrimiento 2) el deseo es causa de la existencia y la renueva a través de sucesivas reencarnaciones 3) es posible liberarse de la existencia 4) la liberación se consigue negando el deseo en todas sus formas El alma del hombre no es una sustancia personal distintas de sus actos sino el mero conjunto de sensaciones y pensamientos, a lo sumo articulados por una sutil estructura que es como una sombra del cuerpo y que se renueva incesantemente. El yo permanente bajo los actos psíquicos es una vana ilusión, fruto del deseo y del egoísmo. No obstante el frágil y variable complejo de actos transmigra y será adecuadamente premiado o castigado en una vida futura. Para escapar a la cadena de transmigraciones hay que seguir el camino, El Vehículo enseñado por Buda: Vivir una vida moralmente recta, abstenerse de bebidas alcohólicas, practicar la continencia y entregarse a constantes meditaciones de los deseos. La existencia actual es el resultado de actos anteriores a ella. “Somos lo que antes hemos pensado”, los deseos que tenemos en esta vida y los actos que los realizan son el ímpetu que nos hace reencarnar en una existencia futura. Deseo, acto y existencia constituyen el fundamento de la vida terrenal. La liberación se obtiene al extinguir el deseo. Quien haga esto llegará al Nirvana: no es un lugar ni un estado, es un vacío en el que se disuelve la individualidad aparente. El monje budista serenamente concentrado en sí mismo, exento de deseos, es la imagen del Nirvana en este mundo.
Si bien muchas de las ideas principales del budismo fueron tomadas del brahmanismo, ambas religiones se diferencian en importantes aspectos del dogma y del culto. Los budistas creen que únicamente los hombres pueden alcanzar la divinidad gradualmente, que la materia es eterna y que Dios está en constante reposo. Para los brahmanes, dios puede aparecer en forma de hombre o animal, y está permanentemente en acción; la materia ha sido creada, los libros sagrados son indiscutibles, y los sacrificios necesarios. Coinciden las dos religiones en la aceptación del principio de la Metempsicosis (transmigración del alma) y en la exaltación de los preceptos morales que demuestran una concepción equivalente del bien y del mal, originariamente, el budismo no pretendió ser más que un método de Mientras Buda creía que la vida es inseparable del dolor, pero, el brahmanismo aspiraba como meta de la felicidad a la desaparición de la vida personal mediante la identificación del espíritu impersonal (Brahm), para Buda el ideal supremo está en la extinción de todo deseo, en el nirvana, indiferencia ante la vida y la muerte, ante el dolor y el placer. La moral búdica señala cinco prohibiciones: matar, robar, cometer adulterio, mentir y embriagarse; establece diez faltas: asesinato, robo, fornicación, mentira, maledicencia, injuria, engaño, envidia, odio y error dogmático, y recomienda la práctica de seis virtudes trascendentales: la limosna, la moral perfecta, la paciencia, la energía, la bondad y la caridad o amor al prójimo. Menos rígido que el brahmanismo, ofreció a sus adeptos la posibilidad de disfrutar después de la muerte de inefables goces y delicias materiales, por lo cual encontró amplia acogida entre el pueblo humilde. Se convierte en la religión oficial de China en el siglo IV, se difundió a Corea,
Japón y se extendió al Tibet donde a impereado desde el siglo IX. A partir del siglo XIII el Lama se convirtió en Jefe Espiritual. Después de quince siglos de lucha, el brahmanismo expulsa al budismo de las zonas centrales de la India. Hoy profesan esa religión más de 150 millones de personas. Los preceptos budistas se encuentran contenidos en la triple Biblia, llamada Tipitaka, o Tripitaka, formulada en el primer siglo antes de Cristo. El enfermo budista es vegetariano generalmente y a menudo buscará la ayuda del cuerpo médico para asegurarse que pueda tener un tiempo de total tranquilidad para meditar. En los moribundos puede rechazarse la administración de medicamentos que pueden obnubilar la conciencia si éstos interfieren en su capacidad para meditar, especialmente por que meditar sobre su propia muerte ejercerá influencia en la siguiente reencarnación. Los budistas creman en su mayoria a sus muertos con el fin de que el alma pueda ser liberada del cuerpo para entrar dentro de su siguiente existencia. Normalmente no hay ninguna creencia solemne final. Dentro de las tradiciones secretas del budismo tibetano encontramos numerosas doctrinas que se interesan por los problemas centrales de la existencia humana, los senderos avanzados del autoconocimiento y en el proceso de la muerte. A esta última categoría pertenecen las enseñanzas que popularmente conocemos como las instrucciones del “Libro Tibetano de los Muertos”. Los tibetanos consideran que el confrontar el problema de la muerte y su posible transformación, más allá de los estados intermedios que dividen nuestra existencia presente de otras futuras, es un trabajo de gran importancia. Posteriormente, ésta tarea debe ser resuelta —o por lo menos adecuadamente anticipada— durante esta vida. El Bar-do thos-grol, o Libro Tibetano de los Muertos, se ocupa del estudio y análisis de los eventos que ocurren durante el proceso psico-fisico de la muerte, las experiencias que se puede esperar acontezcan en los planos intermedios entre la vida y el renacimiento así como la oportunidad de desarrollo y liberación que ésta difícil transición nos ofrece. Sin embargo, a pesar del amplio conocimiento que posee la tradición budista tibetana acerca de éstos estados alternos de existencia y de los potenciales cognoscitivos de la mente humana, la relevancia auténtica de las enseñanzas tibetanas acerca de la muerte, recae en su orientación práctica dirigida hacia el aprovechamiento, apreciación y entendimiento de la vida cotidiana. El tantrismo budista es generalmente dividido en cuatro sistemas de práctica, correspondientes a distintos niveles de habilidad espiritual: los a) Tantras de Acción, b) Tantras de Ejecución, c) Tantras de Unión y d) Tantras de Suprema Unión. Éste último y más elevado sistema de práctica, tiene como meta el utilizar y transformar de forma definitiva la experiencia de la muerte, los estados intermedios y el renacimiento, en una oportunidad de crecimiento y madurez, conductiva a la plena actualización de los potenciales humanos y la obtención de la iluminación. Esto es posible gracias a la aplicación de una serie de metodos o “yogas”, creadas con base en las experiencias internas que acontecen durante el proceso del morir, permitiéndole al yogui (practicante) reproducir y controlar éstos eventos con el objetivo de reconocer los estados mentales más sutiles y poderosos que naturalmente surgen durante ésta difícil transición (la naturaleza más sutil y poderosa de la mente, la conciencia de la Luz Clara de la Mente, equiparable a la mente de un Buda). Estados que, generalmente, pasan desapercibidos por el Individuo sin poder ser aprovechados. Debido a que éstas yogas se basan en la simulación interna de la muerte, es importante que el practicante conozca y entienda con precisión qué es lo que acontece psico-fisiológicamente durante esta experiencia. La descripción tántrica de estos eventos se basa en una complicada teoría médica que describe a nuestro organismo como un compuesto de energías, estados de conciencia, órganos vitales, fluidos, venas sutiles de energía neurales, (estructuras compuestas de las cargas de energía masculina y femenina que recibimos de nuestros padres al nacer). Como producto del colapso colectivo de estos sistemas de sustentación de la vida física, las conciencias más sutiles son liberadas y la muerte acontece. Sin embargo desde la óptica budista, esto no implica la cesación de la conciencia sino por el contrario, el principio de una nueva etapa de vida. En este contexto, la experiencia del sueño, contemplada bajo nuevos parámetros, es utilizada como una herramienta de simulación del proceso del morir, por lo que el practicante, al lograr el dominio de la atención durante éste estado, generalmente inconsciente, simultáneamente obtiene acceso a la misteriosa naturaleza de la conciencia de la muerte. Es así que el estudio del proceso de la muerte es para el practicante del tantra un fascinante medio hábil para aprender a vivir de forma despierta, y para prepararse para esta difícil transición, utilizándola a su favor en el escalonado proceso de la autorrealización.

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