9.23.2007

Tradición en las civilizaciones Hindú y China, "Principio de Unidad"

En la civilización Hindú, su unidad es de orden pura y exclusivamente tradicional: comprende, en efecto, elementos pertenecientes a razas o agrupaciones étnicas muy diversas, y que pueden llamarse igualmente "hindúes". La unidad hindú tiene su base en el reconocimiento de una cierta tradición, que envuelve todo el mandato social, esta tradición de que se trata no sólo es religiosa sino de un orden más intelectual y metafísico en su esencia a lo que se agrega, a otras tantas dependencias y prolongaciones, aplicaciones diversas, ya sea en algunas ramas secundarias de la doctrina misma, como la referente a la cosmología y al orden social, por lo demás, está determinado estrictamente por la relación que se establece entre las formas respectivas de la existencia cósmica y la existencia humana. La tradición puede confundirse con la civilización; misma que algunos sociólogos definen como "el conjunto de técnicas, de las instituciones y de las creencias comunes a un grupo de hombres durante un cierto tiempo".
La civilización China es la única cuya unidad es esencialmente, en su naturaleza, una unidad de raza; su elemento característico, bajo este aspecto, los chinos lo han llamando gen, que se puede interpretar, como "solidaridad de la raza". Esta solidaridad, que implica a la vez la perpetuidad y la comunidad de la existencia, se identifica por lo demás a la "idea de la vida", aplicación del principio metafísico de la "causa inicial" a la humanidad existente; traducción de esta noción al dominio social, con la puesta en obra continua de todas sus consecuencias prácticas, de donde se desprende la excepcional estabilidad de las instituciones chinas. Es esta misma concepción la que permite comprender que la organización social se funda sobre la familia , prototipo esencial de la raza, la parte metafísica de la tradición, en China más que en cualquier otro sitio, está claramente separada de todo el resto, de sus aplicaciones a los diversos órdenes de pragmatismos; no obstante, esta separación, por profunda que pueda ser, no podría llegar hasta una interrupción, que tendría como efecto privar de todo principio real a las formas exteriores de la civilización.
En China, la separación, por una parte, una tradición metafísica, y, por otra, una tradición social, independientes una de otra, la tradición metafísica ha permanecido como exclusiva de una elite intelectual, mientras que la tradición social, en razón de su naturaleza propia, se impone igualmente a todos y exige al mismo grado su participación efectiva.
La tradición metafísica, bajo la forma del "taoísmo", es el desarrollo de los principios de una tradición más primordial, contenida concretamente en el Yi-king y que es de esta misma tradición donde fluye enteramente. Lo que constituye propiamente la forma tradicional religiosa y el pensamiento metafísico puro del pensamiento teológico, es decir, de las concepciones en modo religioso, y también, por otra parte, lo que la distingue del pensamiento filosófico.
Es en estas diferencias donde encontraremos verdaderamente, los principales géneros de concepciones intelectuales, los caracteres fundamentales de los modos generales y esenciales de la intelectualidad oriental.

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